domingo, 24 de julio de 2016

En una Jaula

Soñé con vos.
Sueño con vos casi todas las noches y eso no me ayuda a seguir adelante.
¿Cómo puedo seguir con mi vida? No, creo que tengo que reformular la pregunta ¿Cómo puedo rehacer mi vida sin vos, si al abrir los ojos al despertar caigo en la cuenta de que fue todo un hermoso sueño que se convirtió en una pesadilla en el momento en que sonó la primera nota del despertador?
No te voy a contar todo lo que eras para mí porque ya lo sabés, ya lo sabías, y al momento de distanciarte de mi nada de eso importó. Todo eso se quedó conmigo encerrado sin posibilidad de salir.
Se quedó enjaulado en mi pecho acumulándose minuto a minuto haciendo presión en el cuerpo provocando dolor. Esparciéndose desde los pies a la cabeza, llenándome de un peso extra tal, que se hacía cada día más difícil el salir de la cama, levantar la cabeza, caminar, mirar adelante.
Tu cara, tus ojos, tu mirada, tu boca, tu sonrisa, tu risa, tu cuerpo, tu caminar, tu voz. Toda vos.

El último sueño que recuerdo se sintió realmente como una pesadilla.
Estaba oscuro y escuchaba tu risa, tu hermosa y agradable risa, esa que amaba escuchar y me hacía sentir bien y que sabía que liberaba endorfinas en mi cerebro porque si había algo lindo en este mundo, eso era reír junto a vos. Y desde un rincón sentía tu mirada sobre mí, pero no podía verte, no sabía dónde estabas. Te escuchaba reír y sentía que me mirabas pero yo no podía verte ni tocarte, no podía alcanzarte.
Fue una pesadilla, Casi como la vida real, porque seguramente hoy seas feliz con la vida que elegiste.
Yo, te extraño.

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